Mi año 2009

Lo más lógico para resumir mi año sería comenzar por el principio, el mes de enero, que fue cuando tuve los exámenes de la universidad. Pero prefiero obviarlo ya que fue un mes aburrido y frío, así que mejor seguir con febrero y esos días en Londres. También fue frío porque viví la mayor nevada londinense en no sé cuántos años. A mí las estadísticas no me importaban mucho en aquel momento, la verdad es que me preocupaban más los dedos de mis pies y su inminente congelación.

Este viaje me proporcionó el oxígeno necesario para afrontar la primavera: marzo, abril, mayo fueron pasando sin miramientos. A toda velocidad. No me dio tiempo ni a padecer la astenia de rigor.

En junio hice los últimos exámenes teóricos de la carrera y sentí vértigo al asumir que me quedaba tan solo un año para ser enfermera. Un año de prácticas y al ruedo, así sin anestesia.

Recibí a julio con la incertidumbre de si iba a encontrar trabajo en verano en Zaragoza o finalmente me iba a quedar en Barcelona. Al final, una llamada de la residencia de ancianos que tantos quebraderos de cabeza me había dado el verano anterior hizo que cogiera carretera y manta hacia la capital maña.

En septiembre comencé las prácticas de enfermería en un gran hospital. Los meses entre esas paredes han ido pasando, las vivencias han sido y son tantas que me sería imposible hacerlas caber en un post de 365 palabras. Lo que si puedo decir es que he sentido la satisfacción de hacer algo que realmente me gusta, de salir del hospital, feliz, después de la jornada sintiendo que adoro esta profesión más de lo que nunca hubiera imaginado. Así, día tras día, he llegado a diciembre sintiéndome cansada pero infinitamente satisfecha.

Acaba este año impar, lleno de buenos momentos y de algunos malos.

Me quedan unos días para acabar de disfrutar de este 2009, sabiendo que esto continúa, que el año que viene habrá más. No sé que estaré haciendo por estas fechas en el 2010, ni dónde, ni cómo, ni con quién estaré compartiendo esta aventura que es la vida.