Mi respuesta a la pregunta del título es sí y no. Ahora explicaré el porqué.
Hacía tiempo que quería escribir una entrada sobre la lactancia materna. Tiempo atrás decidí que si alguna vez tenía hijos quería alimentarlos con leche materna, puede ser que fuera cuando estudiaba la carrera o a lo mejor cuando acompañé a mi prima a grupos de apoyo a la lactancia o en ambas ocasiones. Recuerdo aquellas charlas en un centro cívico del barrio, muchas madres con sus hijos, de todas las edades. Desde recién nacidos a niños de cinco años. Ella tenía problemas con el agarre y tuvo grietas a causa de esto, en esas reuniones le corrigieron la postura, le dieron apoyo emocional y a partir de ahí todo fue como la seda.
No os voy a relatar las múltiples ventajas para el bebé ( y la madre de paso) de la lactancia materna, todos las hemos escuchado alguna vez, yo me quedo con una de ellas: siempre está el alimento listo y no hay que andarse con biberones, botes de fórmula, termos...
En mi caso puedo decir que el parto fue un camino de rosas en comparación con el inicio de la lactancia. La tuve piel con piel esas primeras horas tan importantes tras el nacimiento. De hecho la tuve encima mío casi todo el tiempo ya que no la separaron en ningún momento de mí. La pequeña estuvo muy adormilada las primeras 48 horas y eso no ayudó mucho. Por lo visto entra dentro de lo normal que estén así dormidos porque están cansados del parto. También entra dentro de lo normal que prefieran un pecho sobre el otro, normalmente les gusta más el izquierdo porque escuchan los latidos de tu corazón, pero en mi caso es que al derecho no lo quería ver ni en pintura. ¡Qué desesperación! Así que tenía a un bebé dormido que cuando se despertaba solo se enganchaba a una teta (mal y no siempre, por cierto) y la otra teta no la quería ni ver. Las matronas tuvieron una paciencia infinita. Una de ellas se tiró conmigo toda la noche, probando diferentes posiciones, que si estirada en la cama, que si posición de rugby, sentada...en fin, intentamos engañarla colocándola en la misma posición para los dos pechos para ver si así enganchaba y tampoco. Puede ser que fuera una dormilona pero no tonta.
Yo estaba preocupada porque sabía que tan pequeños podían tener una bajada de azúcar, la matrona le miró eso y estaba un poco baja así que me enseñaron a sacarme el calostro y ellas se lo daban con jeringa allí delante mío. Era unos pocos mililitros pero suficientes ya que en sus primeros díasel estómago de un bebé tiene el tamaño de una cereza. En teoría me iba a casa 24 horas después de haber parido pero yo veía una cuesta arriba infinita y me dijeron que me quedara otro día más para ver si arrancábamos con la teta. Al día siguiente se enganchaba a una teta, algunas veces me la enganchaba mejor otras peor, y a veces se soltaba, a veces chupaba pero yo no podía estar más en el hospital. Quería volver a casa. Me dijeron que si me quedaba nos trasladarían a una habitación con otras madres y yo sabía que las enfermeras iban a ir de culo en esa área del hospital y que no iban a tener tiempo de estar mirándome el enganche así que decidí irme a casa con una teta buena y otra maldita, así es como la bauticé los primeros días.
Esa noche fue de las peores. Le di (una) teta por la tarde y antes de dormir, pero a las dos de la mañana no paraba de llorar, no se quedaba contenta, me dolían los pezones, el pecho maldito me dolía un montón, estaba AGOTADA de no haber dormido en 48 horas, no podía más, así que le dimos un poco de fórmula de esos biberones que ya vienen preparados y que solo hay que calentar. Se lo dimos y durmió 3 horas del tirón. Jamás en mi vida me había sentido tan culpable. La vi empachada, había echado un poco y en mi cabeza resonaban dos palabras: malamadre malamadre malamadre. Y aquí en este punto quiero aclarar que no soy una radical prolactancia. Pienso que lo importante es alimentar al bebé, como sea, con leche materna o artificial, cada cual que escoja lo que más le plazca, pero en mi caso había escogido y no estaba saliendo bien. Mi familia por whatsapp me decía que eso "sale solo" y a mí eso en vez de ayudarme me hundía más. ¿Por qué se supone que algo que es natural y sencillo me estaba costando tanto?. ¿Por qué me sentía mal al darle fórmula?. Y entonces pensé que si acababa dándole fórmula al final de todo ¿por qué me tenía que sentir mal? al fin y al cabo le estaría dando de comer. Pero me vi sola sin información. Mil preguntas surgieron. ¿Qué necesito para preparar biberones? ¿hay que comprarse un esterilizador? ¿qué cantidad de fórmula hay que darle?. Había leído tanto sobre lactancia y tan poco sobre fórmula que se me venía todo encima.
En fin, ese día por la mañana llamé a las matronas (podía llamar en caso de crisis total). Tenían que venir a verme ese día a casa, es protocolo, pero yo les pedí por favor que vinieran pronto, que necesitaba ayuda. Debió escucharme desesperada porque a las nueve de la mañana la tenía allí. Me lié a llorar como una tonta y le expliqué la odisea que había sido mi noche. Decir que por la mañana más calmada le volví a dar teta y cuando llegó la matrona la niña estaba dormida plácidamente y feliz. Pensé, tonta de mí, que me iba a echar bronca por haberle dado biberón. Me dijo que hiciera borrón y cuenta nueva que todo tiene solución. Eso me iluminó el túnel. Necesitaba quitarme esa culpabilidad. Ella no me podía ayudar porque la niña estaba dormida y recién comida. El caso es que ella llamó a un grupo de apoyo de lactancia y les dijo que vinieran sí o sí ese día porque sino perdían a otra madre que daba el pecho. A las 14 horas estaba la asesora de lactancia en mi salón. Al verme colocar a la niña me dijo que lo hacía bien, que solo tuviera paciencia, que lo iba a conseguir. Parece una tontería pero era lo que necesitaba. Que me dijeran que podía y que costaba al principio pero que se puede.
Resumiendo, fue una pesadilla. Me sentí presionada, aunque ahora lo pienso y todo estaba en mi cabeza. Yo creo que me sentí tan frustrada porque pensé que iba a ser más sencillo, en el sentido que se supone que es algo natural, me faltó que alguien me dijera en esas primeras horas que no, que es algo que se tiene que aprender. Como cuando aprendes a montar en bicicleta o a atarte los cordones. Puede que los bebés nazcan sabiendo succionar pero las madres tenemos que aprender a lactar y a unas nos cuesta más que otras.
Ahora llevamos dos meses y sin problemas, pero con esta entrada quiero animar a futuras madres (si alguna me lee) que no tiren la toalla si es que lo que quieren es dar el pecho, que con el calostro de los primeros días es suficiente (aunque parezca que hay poca cantidad) y que el dar de pecho es algo que se aprende y se perfecciona y que requiere mucha paciencia y mucho amor.